sábado, 23 de octubre de 2010

CENIT - NADIR




No sé qué hilo imperceptible me ata a ti. Hay un acento de nostalgia que acude silenciosa a mi alma cada vez que tu tierna imagen aparece ante los ojos de mi imaginación. Es increíble volver la mirada atrás y contemplar la línea horizontal que denuncia el ocaso y separa el cielo de la tierra. Detrás de ese horizonte hay tres años ocultos, mismos que han transcurrido desde que te conocí. Escondido entre las sombras del crepúsculo queda lo que significas tú para mí: agobiante deseo de lo que pudo ser y nunca fue.

Y sin embargo; en este lado, antes de la línea divisoria de nuestras vidas (CENIT), aún queda mi existencia, manteniendo un pequeño afecto cual trémula flama, expuesta a apagarse violentamente ante cualquier brisa de olvido de tu memoria.

Está ahí la delgada línea del horizonte y sobre la superficie del planeta: yo.

Tú estás del otro lado (NADIR), en donde se oculta el sol, viviendo una vida que desconozco, equiparando tu existencia y la mía a las historias de dos mundos paralelos que no podrían cruzar dimensiones ni aunque flotaran -burbujas de jabón- en el mismo espacio etéreo.

¿Qué harás? ¿Dónde estarás? ¿Por azar tu corazón arrojará un pensamiento hacia mí?... me ensombrece la idea de saber que estás lejos porque en otro tiempo yo te perdí…

Horizonte gris que nos aparta, Yo cenit, tú nadir; sensación de asfixia opresora en mi pecho. No veo la manera de cruzar hacia el otro lado de la valla: no puedo, tú no lo permites; me angustio, lo entiendo, pero al fin decidiste…

No me queda mas que asumir que te alejas, que sigues tu destino, avanzas hacia el final de la esfera; hasta el punto más alto, mientras yo en medio de la tierra y sin brújula posible, sigo esperando.