domingo, 27 de junio de 2010

Esa maquinaria inexplicable




Es increíble el gran proceso funcional y de crecimiento del ser humano, que puede observarse a medida que transcurren los años y se escurren impetuosos como líquido vital; cada parte del cuerpo constituye una función estructural, específica y maravillosa que sólo un ser desconocido y superior pudo crear, en fondo y forma. Fibras microscópicas trabajando al unísono para satisfacer nuestras funciones, máuinas simples, integradas a un músculo y miles de aliados llamados eritrocitos, luchando contra los gérmenes adversos que a diario nos atacan sin piedad.

Es sorprendente observar cómo al paso del tiempo se aumenta de talla y estatura.... ¿Cuántos millones de células nacerán, crecerán y morirán en nuestro cuerpo para hacernos crecer?... una cifra impensable, quizás.
Así es es el proceso científico de la vida, en el que pensamos, respiramos, reímos, dormimos, comemos, recordamos, soñamos, amamos y muchísimas actividades más inscritas en un confín de materia gris denominado cerebro. Sus estructuras internas y externas rigen por completo la materialidad de una persona, en la extensión de sus amplias y vastas funciones, desde una muy pequeña y sencilla como el parpadear, hasta una muy compleja como la movilidad general del esqueleto, desde una involuntaria como el latido del corazón, hasta una voluntaria como la masticación... ¿Quién envía esas órdenes? ¿El cerebro? ¿Y al cerebro quién lo manda?
¿Qué hay de la flexibilidad de los huesos? Ningún animal que se precie de pensar, tal como lo hace el hombre, es capaz de inventar movimientos llenos de armonía, ya sea por disciplina o por mera voluntad, tal vez balancéandonos al ritmo de una buena música o practicando un deporte sencillo o extremo, pero los huesos son el armatoste maravilloso que nos permite hacer todo eso y más. Nuestros huesos tienen una increíble capacidad de adaptación en sus primeras etapas de desarrollo. Son tan maleables durante la niñez que si por algún motivo crecieran inadecuamente, podrían deformarse de manera inevitable.

Todo esto me conduce a pensar en algún tipo de milagro de la vida. Me parece que parte de un algo superior cuando analizo la forma en que se lleva a cabo, tan sólo me resulta mágico sincronizar los dedos sobre un teclado para escribir este mensaje. Mis huesos y ligamentos trabajan con ahínco para que esto sea posible. Entonces ¿no es una máquina excepcional el ser humano?¿no es un mecanismo imposible de igualar debido a su forma perfecta?

Pues si, en efecto, es excepcional e inexplicable por ello considero utópico tratar de hacer una copia idéntica (y sin errores de código genético) de él por medio de la clonación o tratar de imitar la consistencia y cualidades de esa masa grisácea y antiestética que nos hace pensar, razonar.
Por ello concluyo que ninguna máquina por más moderna y tecnológica que sea podrá igualar jamás el trabajo que realiza el ser humano como tal... ¿Qué nueva creación podría gozar de las venas, de la linfa, de la sangre, de las células? ¿qué es ese poder misterioso que mantiene la temperatura de nuestro cuerpo, la sincronía del hígado, los riñones, el corazón, el estómago? ¿Qué es aquello que nos permite ver oler, sentir, tocar, escuchar cada día, cada hora? ¿Porqué la vida no se puede salvar en una operación de corazón, por ejemplo, si bastaría con colocar uno nuevo en el acto y ya? ¿Qué es pues la vida? ¿Qué es y quién la da?






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